Secuestrado por la escritura creativa.

 


Secuestrado por la escritura creativa.

Es la hora.

Tiene que venir, necesito que lo haga.

He cumplido con mi parte por hoy, y ahora él tiene que cumplir conmigo.

Necesito comer y sobre todo beber, hace demasiadas horas que no lo hago.

Estoy seguro de que han pasado días.

La única presencia de la luz de unas velas que periódicamente son repuestas y la ausencia de un reloj que me ayuda a controlar el transcurrir de los minutos y las horas han alterados mi noción del tiempo.

Ya no sé si es de día o de noche, lunes o martes cuánto llevo aquí dentro.

¿Una semana tal vez?

Pero es la hora, y cómo es la hora, él tiene que venir.

Aunque, ¿qué pasaría si no lo hiciera?, la piedra es sólida, no hay ventanas y el grosor de la puerta es insalvable, imposible abrirla desde dentro.

Ya he probado a gritar, pero los gritos se diluyen entre las opresivas y claustrofóbicas paredes que me envuelven desde que desperté aquí.

Debemos estar por tanto fuera de la ciudad, alejados de cualquier grupo de gente que pudiera advertir mis gritos de socorro.

Podría tratarse del sótano de una casa de campo de ahí la impotencia de mis esfuerzos por hacerme notar más allá de esta oscura y única estancia.

¿dios, será este mi final?

Tranquilízate, sabes qué tienen que estar buscándote, vienes de una familia importante, eres alguien al que desde pequeño se le ha inculcado una educación y una cultura, tienes una posición, sí, eso hará que no paren hasta encontrarte, tu familia, la familia de su prometida, tus amigos, todos ellos lucharán por encontrarte y descubrir quién te secuestró, capturarlo, averiguar el porqué de todo, aunque el porqué de todo ya lo sabes tú.

Ha pasado demasiado tiempo.

Ya deberían haberme encontrado y si no lo han hecho, bueno, si no lo han hecho ya es posible que nunca lo hagan.

Y es por eso que intento mantener contento a mi secuestrador.

Yo cumplo con mi parte y él con la suya.

Sencillo, un intercambio como otro cualquiera.

Algo tan antiguo como el amanecer de la civilización, algo que siempre ha sido necesario para la evolución para la supervivencia y algo que ahora me permite seguir con vida.

Sin embargo, hoy está tardando.

Tarda tanto que he empezado a escuchar cosas, a ver cosas que no sé si son reales, tengo la sensación de que hay un gato en el exterior, un gato que merodea por los alrededores y que de alguna manera ha notado mi presencia.

Por eso el maúlla, y cuando su maullar no tiene respuesta se dedica arañar la piedra de mi pared desde el otro lado.

Y no lo hace de cualquier manera, no, lo hace con persistencia.

Con la contumaz decisión de alguien que, aunque conoce la imposibilidad de su deseo no cede ante una voluntad superior al muro de la realidad y cuando ese gato qué hay al otro lado no puede penetrar este muro ni con su maullido ni con sus uñas, entonces se dedica abrir sus ojos y mirar a través de él y eso es lo que veo, ayudado por unas velas agonizantes, unas velas que ya deberían haber sido cambiados por otras, unas velas que sin embargo ahora alumbran mi rostro demacrado, mis ojos tristes acomodados a la oscuridad, unas velas que me permiten ver los ojos del gato a través de la piedra única y fría.

Cuando nuestras miradas se cruzan, la mía encarcelado y la de ese gato que representa mi libertad, siento una punzada de frio en mi cuerpo un vértigo que me arrastra a una muerte que aún no me corresponde y no lo entiendo porque yo he cumplido con mi parte.

Es posible que esté descontento, ¿es acaso esta ausencia la manera de demostrármelo?

Las palabras nunca han sido lo suyo, quizás no le ha gustado mi última entrega, quizás piensa que puedo hacerlo mucho mejor.

Y quizá, quizá esté en lo cierto.

Debo dejar de fantasear en escapar de aquí y limitarme hacerlo mejor, puedo hacerlo mejor, yo lo sé y él lo sabe.

Por eso se resiste a cumplir su parte porque está descontento con mi entrega y sabe que lo puedo hacer mejor, él lo sabe y yo lo sé.

El piensa que no me merezco mi ración diaria, se está forjando una carrera un prestigio y no puede permitirse que alguien como yo no le ofrezca lo que busca, lo que necesita, porque eso que yo le entregué perdurará, sobrevivirá a él y a mí y cuando ninguno de los dos ya estemos sobre la faz de la tierra sí lo hará mi trabajo.

Mi esfuerzo, mi capacidad de creación, de fabular y hacer que la gente viaje cuando no pueda viajar, vuele cuando no pueda volar y sepa lo que es el miedo cuando sólo quiera conocerlo a través de la ficción.

Aún tengo luz, aunque no demasiada no más de un par de horas, no me demorare más, tengo que escribir un relato que esté a la altura.

Entonces el me traerá agua y comida y podré seguir viviendo.

No pienses más en escapar que nunca llegara, en ese gato cómplice que sólo está en tu mente desbordada, aunque esa puerta imposible cediera jamás podrías soltarte de la gran cadena que prende tu pie y que lastra tu libertad, pero que no debe lastrar tu imaginación.

No dejes que tu vida anterior se interponga en tu supervivencia, olvida que has perdido una vida llena de comodidades, olvida tu familia a tu prometida a tus amigos olvida aquel viaje por el sur de España, olvídalo todo y recuerda que acabas de nacer y que has nacido en esta jaula de piedra sólida y húmeda y que si quieres seguir viviendo tienes que cumplir con tu parte, esa que consiste en ejercitar una habilidad que él indudablemente aprecia, porque si no fuera así no estarías aquí y otro ocuparía tu lugar.

Piensa en ese gato, si piensa en ese gato al otro lado de la piedra y piensa en su maullar, en sus uñas rasgando la piedra y sus ojos de pupilas dilatadas en la oscuridad.

Piensa en eso y no pienses en escapar, no pienses en que hay otros como tu bajo tierra en otras celdas sin ventanas, con velas, en una madeja sin salida, ni esperanza, sólo piensan en acabar el relato y que así el señor Edgar Allan Poe quede satisfecho y te permita seguir viviendo.

 


 


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