Changelings los hijos de las hadas criados por mujeres humanas.
Al contrario de lo que ocurre con otras criaturas
mitológicas de nuestro Bestiario, los Changelings no conforman una raza
particular; devienen más bien de un hábito, una costumbre horrorosa, que abarca
a distintos seres provenientes de prácticamente todas las mitologías.
Changeling, como se ha dicho, no es un nombre genérico, sino
que define a cualquier criatura sobrenatural que practique el macabro acto de
la sustitución.
Los Changelings son sustitutos, impostores; frutos de
cualquier criatura mitológica que se haya dejado a sus hijos en reemplazo de un
niño humano.
Las razones de este intercambio son muchas, y a menudo se
contradicen entre sí.
Por un lado, tenemos la motivación puramente malévola, es
decir, cuando un ser sobrenatural necesita un agente humano para criar a su
prole.
Por el otro, los Changelings representan una especie de pago
o tributo por el rapto de un humano recién nacido.
Ahora bien, ¿para qué necesitan las hadas o los elfos a un
niño humano?
En general, estas sustracciones no son caprichosas ni
proceden del azar.
Los seres mágicos están muy atentos a los signos de las
estrellas y pueden, llegado el caso, apropiarse de un niño cuando sobre él
brilla algún tipo de marca especial, por ejemplo, la que señala el nacimiento
de un gran hechicero.
En las antípodas de esta explicación encontramos muchos
cuentos de hadas donde los seres mágicos sienten una devoción especial y
desinteresada por el cariño de los niños humanos.
Este afecto puede llevar a las hadas a intercambiar a sus
propios retoños por algún bebé humano.
En la Edad Media se creía que para evitar que las hadas se
lleven a los niños había que vestirlos con la ropa al revés durante la noche, o
bien acostarlos con los pies sobre la cabecera del lecho.
Otras tradiciones, mucho más siniestras, dan cuenta de
algunos métodos abominables para averiguar si un niño es humano o un
Changeling, es decir, bien el hijo de alguna criatura del mundo mágico.
Las leyendas sostienen que los Changeling, al igual que casi
todos los seres feéricos, le temen instintivamente al acero, razón por la cual
se realizaban pequeñas cortes e incisiones en la piel de los sospechosos y se
esperaba la reacción, que bien podía ser la muerte en el caso de que
efectivamente se tratase de un Changeling.
Preferimos no imaginar cuántos inocentes murieron a causa de
las infecciones producidas por esta creencia absurda.
Ahora bien, ¿qué sucede cuándo el cambio ya se produjo?
En líneas generales, los bebés de las hadas pueden
reconocerse fácilmente.
Estos niños suelen tener un apetito desmesurado y una
inteligencia muy desarrollada. Físicamente parecen niños normales, salvo por
tener los ojos un poco más separados de lo habitual.
Conocen cuál es su origen y no pasa demasiado tiempo hasta
que deciden cruzar la frontera y regresar al mundo feérico.
Una de las desapariciones más célebres se produce en uno de
los cuentos de los hermanos Grimm.
Allí, una mujer sospecha que su hijo no es humano y decide
probarlo mediante una astucia: derramando cerveza en la cáscara de una bellota.
Frente a esa rareza el Changeling responde:
Ahora soy tan antiguo como un roble en el bosque,
pero nunca he visto la cerveza elaborada en una bellota.
Tras estas palabras misteriosas el Changeling desapareció.
Para no alarmar innecesariamente a las madres, hay que decir
que no todos los niños humanos eran codiciados por las hadas.
Se creía que las hadas tienen cierta predilección por los
niños pelirrojos, a los que ven como lejanos descendientes de su propia
estirpe.
Para los fokloristas, esta afinidad entre las hadas y otras
criaturas mágicas con los niños humanos procede de una época remota en la que
se forjó la creencia en pequeños seres sobrenaturales.
Muchos estudiosos asocian a las hadas y otros seres del
mundo feérico con los habitantes autóctonos de las regiones europeas donde se
forjaron estas creencias.
Imaginemos lo siguiente: los invasores se asentaron en un
territorio ya ocupado; los habitantes originales tienen dos posibilidades,
buscar un nuevo territorio o fundirse con la nueva cultura. Casi siempre se da
una mezcla de ambas cosas, pero lo importante es que los invasores conservan en
sus leyendas el recuerdo de aquellos habitantes primigenios.
Con el tiempo, y un poco de poesía, se los llega a dotar de
ciertas características mágicas. Ahora bien, se sabe que los pueblos en estado
primitivo suelen ser presa fácil de plagas e infecciones masivas, por lo que no
es descabellado afirmar que era muy común que los pueblos azotados intenten
llevarse a los niños sanos de los poblados vecinos.
La leyenda de los Changeling sería el eco de estos
acontecimientos.
Otra explicación, acaso más razonable, asegura que la
leyenda de los Changeling reposa en el misterio que suponía para los antiguos
las enfermedades mentales de los niños.
El autismo o el retraso mental eran así explicados mediante
la intervención de hadas y demás seres.
Existe un cuento de Changelings muy popular en los mitos
nórdicos.
Allí se da el caso de un intercambio entre un niño Troll
crece en una granja mientras el otro bebé humano se cría entre los trolls.
Cierto día el padre humano comienza a sospechar que su hijo
es en realidad un Changeling, pero la madre lo defiende tenazmente.
El autor anónimo del relato intenta dejar en claro que la
madre sabe positivamente que su niño es un Changeling, pero así y todo ha
llegado a quererlo y no permitirá que se lo maltrate.
Pasan los años y cierta tarde el padre encuentra a su
verdadero hijo en el bosque, es decir a su hijo humano; quien le cuenta,
agradecido, que cada vez que él intentaba lastimar a su hijo sustituto para
probar que se trataba de un Changeling, una situación idéntica se producía en
la casa de los trolls.
Si él hubiese lastimado al Changeling papá troll hubiese
hecho lo mismo con él.
En los mitos celtas el Changeling es llamado Plentyn Newyd.
Al principio adquiere las características físicas de la
familia que lo cría, pero pronto comienza a mostrar su verdadera naturaleza,
adquiriendo rasgos bastante monstruosos.
Su comportamiento se torna violento, y hasta llega a atacar
a sus hermanos y padres dando terribles mordiscos.
Para confirmar si se trata o no de un Changeling se le debe
preparar la comida en un horno alimentado con madera de roble, aunque en otras
versiones alcanza con darle la comida sobre una cáscara de huevo.
Si el niño huye despavorido tras degustar el alimento allí
se consideraba como una prueba irrefutable de que se trataba de un Changeling.
En casi todas las mitologías ocurre más o menos lo mismo.
El peligro de que un hada se lleve a un bebé humano se
acentúa cuando una mujer soltera se queda observando al pequeño, ya que su
mirada todavía infértil les otorga potestad a las hadas sobre el infante.
Los niños hermosos y las madres primerizas son quienes están
más expuestas al intercambio.
Ya en una época más reciente, el mito de los Changelings
cobró renovadas fuerzas con el advenimiento de las creencias en criaturas del
bajo astral.
En su libro Autodefensa psíquica (Psychic Self Defence),
Dion Fortune sostiene que ciertas criaturas del bajo astral pueden sentirse
atraídas por la energía que se desprende de la concepción, gravitando sobre el
vientre de las mujeres embarazadas y, si la ocasión es propicia, deslizándose
hacia el no nacido con la esperanza de poseerlo.
Esta creencia proviene directamente de los Changelings, cuyo
mayor exponente es el mito hebreo del Dybbuk, el demonio que quiere nacer.
Uno de los mejores cuentos de terror sobre Changelings. Es
el relato de H.P. Lovecraft:
El modelo de Pickman (Pickman's Model), en donde un joven y
talentoso artista es en realidad un Changeling descenciente de una abominable
raza de criaturas subterráneas.
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