EL GRAZNIDO DEL INNOMBRABLE





En un lugar recóndito entre montañas, en una época en que la gente aun se iluminaba con candiles, en un tiempo en que las historias y la superstición era más fuerte que la vida misma, en un día señalado para los cristianos, vivía Pablo un pastor de ovejas.
Pablo se había casado hacia menos de un año con una bella muchacha de una aldea próxima, su vida era austera pero como era la de la gran mayoría de la gente de la zona en esa época.
Era 24 diciembre, la nochebuena, víspera de navidad, para esa fecha Pablo había sacrificado un cordero, algo inusual y contradictorio, era el pastor y no se podía permitir el comer cordero excepto en fechas señaladas como esa.
Pero aun con todo era feliz, podía comer, tenia una esposa la cual se adoraban y pensaban en formar una familia en el futuro, cuando dios así lo designara.
Como todos los años, en la tarde antes de cenar iría a visitar a sus parientes que vivían a medio camino entre su aldea y una vecina.
Era un día en el que no pastaban, además el tiempo no era propicio.
Venia de una saga de pastores, así que le era muy amena la visita todos los años ya que se contaban como habían pasado el año y al calor de la hoguera los más ancianos terminaban contando historias pasadas.
Le dio un beso a su amada, la dejo preparando la rica cena y partió a casa de sus parientes.
La niebla empezaba asomar por el camino, aunque eran las primeras horas de la tarde, se presagiaba una dura noche de invierno, las nevadas ya empezaban a ser muy copiosas en esas fechas.
Al cabo de unas dos horas llego a la casa, alumbrada por un candil colgando de la puerta, empezaba a ser difícil de divisar.
Después de los típicos abrazos y saludos, Pablo se sentó cerca de la hoguera.
Se habían reunido casi dos docenas de sus familiares y entre vino y vino pasaron el tiempo.
Entonces llego un momento, maldito momento, en que uno de los muchachos le dijo al mas anciano que contara la historia del innombrable.
A Pablo no le apetecía escuchar esa historia, la había escuchado una vez solo de pequeño y no le gusto, se refería a una maldición sobre pastores y en concreto sobre esas fechas, esta claro le daba de lleno y no quería oírla.
Después de unos minutos de insistencia el anciano accedió y comenzó.
La historia decía que en fechas próximas a navidad el mal bajaba a la tierra aprovechando la bondad y la alegría de los creyentes en esas fechas se hacía pasar por algún conocido, así cuando tenía la confianza de los elegidos, ejecutaba su maléfico plan.
Entonces aparecían muchachas brutalmente asesinada y en concreto con el estómago abierto, se suponía que estaban embarazadas y el maligno se llevaba a sus hijos, además eran mujeres de pastores los cuales desaparecían, se decía que el innombrable necesitaba su alma para el camino de vuelta con sus vástagos.
Solo había una forma de saber cuales eran sus objetivos, se decía que tres cuervos negros rondaban el lugar y sus graznidos aterradores envolvían el lugar, esa era la voz del innombrable reclamando su pesquisa.
Pablo ya no podía más, deseaba irse a casa, se estaba empezando a poner nervioso, no tenia que haber escuchado la leyenda, pensaba.
Estaba haciendo tiempo para ver si alguno de los presentes decidía marcharse, pero nada.
Así que decidió irse.
Después de despedirse y abrigarse bien emprendió el camino de vuelta a casa, solo el pensamiento de volver a estar con mujer y darle un gran abrazo le daba fuerzas.
Cuando solo llevaba unos minutos andando el miedo empezó a invadirle, veía y oía ruidos extraños por todos lados.
Pensó que no debería haberse ido de allí, incluso estuvo a punto de volver, pero saco fuerzas y acelero su paso.
Cuando estaba apunto de llegar y solo le quedaban un par de kilómetros oyó un sonido aterrador, algo nunca antes escuchado que lo dejo helado incluso lo paralizo.
Tres enormes curvos se aprestaban en la puerta de su casa, parecía que lo estaban esperando, sus ojos parecían casi humanos y sus sonidos asquerosos al oído humano.
Corrió hasta la luz del quinquel haciendo aspavientos hasta que los ahuyento.
Entro en casa asustado deseando que solo fuera una casualidad y esperando ver a su esposa.
Cuando la vio en la cocina se acercó a ella y le dio un beso apasionado, unido a un abrazo tan fuerte que casi la deja sin aire, entro en medio trance y se empezó a dejar ir por el deseo, sus manos empezaron a colarse entre su falda y su blusa, notando su piel suave y joven, sin darse cuenta tenia sus manos en sus nalgas.
Pareció que el tiempo se paro en ese momento, si no hubiera sido porque ella dijo que se enfriaba la cena, quien sabe como hubiera acabado esa pasión.
Después de una cena riquísima y llena de complicad, el cansancio le atrapo, al relajarse toda la tensión hizo el efecto contrario, así que se fueron a dormir.
Se acostaron desnudos, sin importarles el frió que hacia fuera de esas paredes, su amor lo calentaba todo.
Cuando Morfeo empezó acunar a Pablo entre sus brazos un ruido lo desveló.
Bommm.
Un ruido sordo, de algo golpeando contra madera, sonó en las estancias superiores.
Espero unos segundos, dudaba si era un sueño, así que volvió a recostar la cabeza en la almohada.
Bommm, Bommm.
Esta vez dos golpes.
Ya no era un sueño, lo había escuchado perfectamente.
Se levanto y salió hasta la entrada de la habitación, allí se quedo durante unos minutos, pero nada.
Entonces su mujer se despertó.
—¿Qué haces ahí Pablo?, —le dijo su mujer—, ven a la cama anda por favor.
—me ha parecido oír golpes en el altillo, —le dijo Pablo—.
—anda déjate de tonterías, estas cansado, te habrá parecido, —dijo su mujer—, ven aquí yo te voy a relajar.
La voz sensual y la sonrisa picarona de su mujer lo encendió y convencido.
Se acostó junto a su esposa y tras los besos y caricias iniciales comenzaron hacer el amor apasionadamente, como nunca antes.
—¡dime que me amas!, ¡di que siempre serás mío!, ¡suplícame que nunca te deje!, ¡di que nunca te separaras de mí!, —no paraba de repetir su mujer entre gozos y espasmos—.
—¡siempre seré tuyo!, ¡haz conmigo lo que quieras!, ¡no me dejes nunca!, —suplicaba Pablo—.
Acabaron exhaustos después de hacer el amor desenfrenadamente.
Como una hora después, cuando estaba profundamente dormido volvió a escuchar.
Bommm, Bommm, Bommm.
Sobresaltado se levanto de la cama, tras unos segundos de desconcierto se levantó y se dirigió hacia las escaleras que llevaban al ático de donde salían esos golpes.
Cogió un quinquel que había en una pequeña mesita en el rellano que era la ante-sala de las escaleras, y lo encendió.
La luz era tenue pero suficiente para guiarse.
Bommm.
Otro golpe, esta vez no sabia si subir o echarse a correr.
Pensó que posiblemente fuera alguna ventana abierta que con la corriente de aire se golpeaba.
Con ese convencimiento prosiguió subiendo.
Al echar mano a la manivela de la puerta que daba paso al altillo volvió a resonar.
Bommm, Bommm.
Decidido abrió la puerta sin saber que se encontraría.
Con la tenue luz intentaba guiarse, al fondo vio una ventana entre abierta y pensó que eso era el maldito ruido que le estaba aterrorizando.
Cuando llego a la altura de la ventana y antes de cerrarla se percato de que no corría aire, pero aun así no quiso pensar más y cerro.
Bommm, Bommm, Bommm.
El susto hizo que casi se le cayera hasta el quinquel, se giro hacia donde se escuchaban los golpes que era justamente detrás de él, y en un rincón y mientras se acercaba su cuerpo empezó a quedarse helado, se estaba ahogando, el corazón se le acelero hasta límites insospechados.
La pobre luz empezó vislumbrar unos pies colgando a unos treinta centímetros del suelo, balanceándose, ese movimiento provocaba esos golpes.
Levanto el quinquel temiéndose lo peor.
Colgando de una soga atada en la biga del ático yacía el cuerpo de su mujer.
Brutalmente torturada, le habían sacado los ojos, cortado la lengua, las muñecas rasgadas, las uñas de pies arrancadas y lo mas impactante, su estomago estaba abierto en canal con todas sus entrañas colgando hasta el suelo.
Cayó de rodillas, envuelto en lágrimas, pero el miedo le negaba el poder gritar, entonces es cuando le ilumino un hilo de cordura.
¿Quién cojones esta en mi cama?, ¿con quien he hecho el amor apasionadamente?, ¿a quien le he prometido y jurado estar toda la eternidad a su lado?, todas esas preguntas percutían en su cabeza.
De repente una risa masculina, ronca, penetrante, asquerosa, tétrica e inquietante, se escuchó desde el piso inferior.
—Jajaja, jajaja, jajaja, me debes tu alma, me lo has prometido, nunca te vas a separar de mí, —se escucho en la voz masculina—, ya tengo a tu hijo, solo me faltas tú.
Pablo agacho la cabeza escucho el sonido de algo golpeando las escaleras, como subiendo, levanto la cabeza levemente y vio unas pezuñas negras y peludas.
Venia por su promesa.

P.D: -TEN CUIDADO QUE Y A QUIEN PROMETES ALGO

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