El agradecimiento, la hospitalidad, la compasión y el respeto son elementos que también estaban presentes en la cultura y en la mitología egipcias, como podemos ver en la leyenda de Isis y los siete escorpiones.
Dice la leyenda que el dios Seth envidiaba profundamente a su hermano Osiris, el cual estaba casado con la diosa Isis y tendría un hijo junto con ella, Horus.
Seth, presa del odio y la indignación, intentó separarlo, y capturó y encerró a Isis y a Horus con el fin de dañar a su hermano.
Viendo la situación, el dios de la sabiduría Thot decidió ayudarles, enviando en su ayuda siete escorpiones de nombre Tefen, Befen, Mestat, Matet, Petet, Mestefef y Tetet con el fin de protegerles.
Isis y Horus escaparon, seguidos por sus protectores, y emprendieron una larga huida hasta llegar a la ciudad de Per-sui.
Allí encontraron a Usert, una mujer de buena posición y gran riqueza a la que solicitó su ayuda y refugio.
Sin embargo, Usert, viendo la presencia de los siete escorpiones y temiendo su ataque, cerró la puerta a la diosa y su hijo.
Isis y Horus siguieron camino, agotados, hasta que finalmente dieron con una mujer pobre que, pese a la presencia de los escorpiones, recibió a las deidades y les procuró su ayuda y hospitalidad.
Estando su protegida a salvo, los escorpiones decidieron vengarse de Usert por haberle denegado su ayuda a Isis.
Durante la noche, los siete unieron sus venenos en la cola de Tefen.
Este entró en casa de la mujer y picó a su hijo, provocando que enfermara de gravedad a causa del veneno.
Además de ello provocó un incendio
Usert buscó ayuda, en plena desesperación ante el estado de su pequeño.
Sus súplicas llegaron a Isis, la cual viendo que el niño no tenía ninguna culpa y compadeciéndose de la situación de Usert fue en su ayuda.
Con ayuda de su poderosa magia, el cielo se abrió y cayó una lluvia que apagó las llamas, y posteriormente ordenó al veneno salir del cuerpo del menor.
El hijo de Usert sanó y se recuperó.
La mujer, avergonzada y profundamente agradecida, le dio su fortuna a la diosa y a la mujer pobre que la había ayudado.
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