EL SOMBRERO DE COPA





Adrián era un niño de 7 años, tenia dificultad para relacionarse con los demás niños, en clase se mostraba ausente y con muchos problemas para el aprendizaje.
Tenia un amigo imaginario, nos decía a su madre y a mi.
Preocupados decidimos consultar a un experto.
El psicólogo nos dijo que Adrián no tenia ningún problema, simplemente era un niño reservado, vergonzoso e introvertido, posiblemente provocado por ser hijo único y que estuviera sobre protegido.
En cuanto al amigo invisible era algo normal en niños de su edad, que llegaría un momento en que se abriría y quedaría en una simple anécdota.
Nos dejo mas tranquilos.

Una noche me desperté repentinamente, mire el despertador y eran las 00:45 horas.
Escuche a mi hijo hablando en la lejanía, era extraño por la hora en la que nos encontrábamos.
Me levante y fui a la habitación de Adrián, de camino pensaba que posiblemente estaba soñando.
Cuando abrí la puerta lo que vi me aterro.
Adrián estaba sentado en la repisa de la ventana, de espaldas a la calle y hablaba con alguien.
¡Adrián baja de ahí!.
—papa mi amigo quiere que salga a jugar con el a la calle, —dijo Adrián—.
Sin poder reaccionar salto por la ventana.
¡nooooooooo!
Entre sudores y espasmos me desperté.
¡joder que puta pesadilla!.
Mire hacia el despertador, 00:44 horas.
¡mierda!.
Sin pensarlo corrí hasta la habitación de Adrián, tropezando con todo a mi paso.
Allí estaba en la cornisa de la ventana, lo agarre y introduje dentro de la habitación.
Desvié la mirada hacia donde Adrián miraba, durante unas décimas de segundo me pareció distinguir un niño de la misma estatura que mi hijo, llevaba un gran sombrero de copa.
Impactado y muerto de miedo cerré la ventana y lleve Adrián a la cama conmigo y con su madre.
No le dije nada a mi mujer por no asustarla.
—cariño, no vuelvas hacer eso, ¿de acuerdo?, —le dije—.
Adrián asintió con la cabeza.
Al día siguiente  cerré la ventana y la apuntale de manera que no se pudiera abrir.
Después de trabajar pase directamente por el colegio de mi hijo a recogerlo.
De camino a casa recibí una llamada de mi mujer, estaba muy asustada.
—cariño, ven rápido, alguien a entrado a casa, —dijo mi mujer—.
Cuando llegue la casa estaba toda revuelta, habían sacado todo de los cajones y armarios, la vajilla estaba rota y esparcida por el suelo, los cristales de los baños, el de nuestro cuarto y el que había en el pasillo estaban quebrados.
 Todo echo un desastre excepto la habitación de Adrián, esta estaba intacta.
—papa mi amigo esta enfadado contigo porque no me dejaste jugar con el, —me dijo Adrián—.
Al principio me preocupe un poco pero luego pensé en lo que había dicho el psicólogo y no le di mas importancia.
Pusimos una denuncia por el miedo de que alguien había entrado, pero no faltaba nada, algo muy extraño.
A mitad de noche me volví a despertar, pensé que debido a los sobresaltos de ayer mi sueño se había trastornado.
Sin embargo no me quedaría tranquilo hasta que fuera a ver Adrián.
Cuando entre en el cuarto la ventana estaba abierta, ¿era imposible yo mismo la cerré?.
Adrián no estaba en su cama, me fui acercando a la ventana mientras el miedo aumentaba y en mi cabeza solo repetía, ¡no puede ser!, ¡no puede ser!.
Al asomarme todos mis miedos se confirmaron, en el suelo yacía el cuerpo de mi hijo en medio de un charco de sangre.
¡noooooooooo!
El dolor, la pena, la impotencia, todos los sentimientos negativos y dolorosos que un ser humano pueda sentir me envolvieron.
Salte por la ventana.
Con el grito del marido, la madre de Adrián se despertó y fue corriendo a la habitación.
Vio la ventana abierta y mientras se acercaba a ella oyó una voz en la oscuridad de la habitación.
—papa a saltado por la ventana, —dijo Adrián—.
La madre se asomo, efectivamente el cuerpo de su marido estaba en el suelo de la calle en medio de un charco de sangre y al lado suyo había un sombrero de copa.


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