CAPITULO 3


Isla Wrangel, Rusia enero 1940
La mañana era fría como suele ser en esa zona del planeta, un cielo despejado le daba permiso al sol para que acariciara la cara blanca de la isla.
Andrei sokolovski presiono con fuerza la manivela anti-pánico de la gran puerta de dos hojas que permitía el acceso al largo pasillo, blanco, pulcro, sin puertas a los lados solo un portón al final, franqueado por dos guardias 4x4, armados con fusiles automáticos SVT-40.
Andrei era uno de los operadores de radio de la base red snow en Wrangel, una pequeña isla entre el mar de siberia oriental y el mar de chukchi.
Allí estaba alojada la antena de tipo RUS-2s de más de 30 metros de altitud, que combinaba transmisión y recepción en giros de 360 grados, era un aparato pionero y secreto desarrollado por Isaac Varanov el científico más avanzado en radio ingeniería y presidente de la academia nacional de ciencias de la URSS.
Clac, clac, clac corría sin cesar acercándose a la puerta, con un papel doblado en la mano derecha, ese parecía ser el motivo de su carrera, tenía que entregárselo rápidamente al coronel Vladimir Vasilev, una de las manos derechas de Iósif Stalin, a pocos metros de llegar uno de los guardias se puso enfrente.
—¡alto! —dijo el guardia—. ¡detente!
Andrei era mucho más menudo que aquel guardia con lo cual más ágil, hizo caso omiso y con un movimiento de cuerpo lo esquivo entrando a la sala que había detrás de aquellas grandes puertas.
Se quedo un poco cortado al entrar, enfrente tenía una mesa en forma de U, llena de comida, concretamente el desayuno, y sentados dibujando esa U desde el exterior entre seis y ocho personas, no le dio tiempo a contarlas, totalmente uniformadas con trajes militares de bonito de muchos galones todos ellos, allí estaba la plana mayor de la base Wrangel.
—¡Mi coronel! ¡mi coronel! Traigo una nota muy urgente de parte del capitán Sergey Volkov —.se apresuró a decir Andrei.
— Lo siento mi coronel no he podido pararlo—. dijo el guardia con voz pesarosa
El Coronel levanto la mano hacia el guardia, en señal de que todo estaba bien.
—Espero que de verdad sea algo importante para interrumpir de este modo —. Exclamo el coronel
Vladimir desplegó la nota doblada en dos y comenzó a leer la docena de líneas que allí estaban escritas, Andrei pudo comprobar como la faz del general pasaba de un estado de medio enfado por la interrupción de su desayuno a un semblante de preocupación extrema, adornando su cara de un color pálido y se notaba como le costaba tragar saliva.
Levanto la mano hacia Andrei haciéndole una señal de espera, se giró hacia una mesa alojada en una de las esquinas de la sala donde había una mesita con un TA-57, un teléfono compacto que permitía un servicio resistente y fiable con comunicaciones de alta calidad.
Todos los presentes en la sala estaban callados sin ninguna intención de interrumpir ni de preguntar al coronel el motivo de su preocupación.
—comuníqueme con samara urgentemente —dijo Vladimir dirigiéndose a la supuesta señorita de la centralita.
Los presentes pasaron a otro estado, ya no les saldría ni la sangre si les pinchaban, el coronel estaba llamando directamente a Stalin en su bunker de samara, una pequeña ciudad situada en el sector federal de Volga, allí se encontraba el refugio del Jefe de toda la gran unión soviética a más de 60 metros de profundidad, posiblemente el lugar más seguro del planeta en aquellos momentos.
La comunicación tardo en hacerse efecto alrededor de dos minutos en los cuales pareció ser un siglo, nadie hizo el menor ruido en la sala, la cara de los capitanes, almirantes, tenientes, que allí había reflejaban una preocupación extrema, se podía sentir la respiración acelerada de cada uno de ellos y la dificultad de tragar saliva se hacía presente.
El coronel no dejo de mirar por la ventana de la sala al horizonte donde ya el sol estaba a media altura y acariciaba todo el manto blanco del suelo, de repente volvió en sí.
—Buenos días señor presidente —dijo Vladimir —hace dos horas hemos interceptado una comunicación del U-3535 desde el ártico, si señor ese mismo, parece ser que ha fracaso, la misión abordaje tiene que ser cancelada.
El coronel asentía con la cabeza reflejando que estaba escuchando órdenes del presidente.
—sí señor, desde luego señor, así será señor —Vladimir no dejaba de asentir y con la cabeza —ponemos en marcha misión recuperación e hibernación de inmediato, si señor supervisare personalmente la misión, en seis horas estamos zarpando, a sus órdenes mi presidente, le mantendré informado
El coronel colgó el teléfono, se podría ver que su oreja derecha sonrosada propio del tiempo que había estado con el teléfono pegado a esta, se quedó durante unos segundos mirando a la misma ventana de antes, erigió su cuerpo hacia arriba levantando su frente y se cogió con sus manos la chaqueta estirándola hacia abajo para acomodarla, preparándose para volverse a dar las ordenes de una manera elegante como en él era habitual, inspiro hondo y expiro entonces se volvió hacia los allí presentes.
—señores —comenzó diciendo Vladimir—. El momento que esperábamos y por el cual estamos en esta base a llegado, solo que con alguna variación de planes, no vamos a esperar abordar el U-3535 si no que vamos a ir en su búsqueda, la prioridad a partir de ya es preparar el Chukotka para zarpar en menos de seis horas, así que preparen a sus equipos ya saben cuál es su cometido, en una hora les quiero en la sala central para recibir más información sobre la misión.
Trasmitan a sus soldados que es una misión de alto riesgo no solo nacional si no mundial, los quiero a todos dando lo máximo por nuestra nación.
Con cara seria y firme concluyo el pequeño discurso, pero directo del coronel, digno de la misión tan trascendental que debían de comenzar.
Salieron raudos, pero en orden, un orden militar, dejando el desayuno, en el mismo estado que se había quedado cuando entro Andrei en la sala, no tenían estomago para comer había que ponerse manos a la obra.
Mientras tanto allí estaba Andrei como un pollo dentro de una granja de cerdos, asustado sin saber qué hacer, esperando que alguien le dijera que se fuera, quería salir de allí no estaba hecho de la misma madera que los que ahora mismo eran sus compañeros de sala.
—soldado —se volvió el coronel dirigiéndose Andrei y le dijo, entréguele esta nota a su capitán de telecomunicaciones para que coordine una alternativa especial con estas directrices por si dios no quiera fracasáramos.
Lo que le faltaba por oír, pensó, ya de esta sí que se le saldría el corazón por la boca, le temblaban las piernas, como cuando un chiquillo roba la primera chuchería en una tienda.
Andrei recogió la nota doblada del mismo estilo que había traído minutos atrás, aunque a él le habían parecido horas, y salido corriendo como había venido hacia la sala de comunicaciones, esta vez el guardia que antes se intentó interponer en su camino le abrió la puerta e intercambiaron unas miradas de perdón mutuo, cada uno había hecho lo que tenían que hacer, solo cumplían con su labor.
En menos de diez minutos Andrei estaba entregándole la nota a Alexander Boskov capitán de telecomunicaciones de la base Wrangel, desde luego no había mirado lo que decía la nota ni ahora ni cuando llevo la de ida, su profesionalidad militar respeto y juramento no se lo permitían es más ni se le paso por la cabeza, ya se enteraría cuando le encomendaran su labor, pensó.
Después de unos segundos leyendo la nota, donde incluso sus labios parecían estar diciendo lo que allí había escrito con pequeños movimientos, se dirigió al soldado.
—Buen trabajo Andrei —le dijo su capitán—. Vaya a ocupar su puesto, le comunicare cuál es su cometido en esta misión.
Seis horas después de puesta en marcha la operación, nada más terminar de comer los soldados, todo estaba dispuesto para zarpar.
El Chukotka era un acorazado con capacidad para mil personas pero estaba ligeramente modificado, estaba dotado de mucho más armamento del normal, además de las últimas tecnologías tanto en radares como en comunicaciones, y se habían eliminadas zonas del barco para dotarlas de lo más avanzado en laboratorio, con lo cual su capacidad se había visto reducida a la mitad, de los cuales un centenar eran no militares de primera línea, es decir biólogos, ingenieros, químicos, matemáticos, interpretes, historiadores…un despliegue máximo. Llevaba atracado allí hacia tres meses, desde que conocieron la operación del U-3535 alemán, su trabajo empezaría cuando ellos hicieran el suyo, pero habían fracasado y ahora les tocaría también hacer el trabajo sucio en vez de robárselo a los nazis.
Todos estaban en sus puestos listos para la marcha, con rumbo, pero sin saber lo que les esperaría allí, les separaban 2886 km de distancia hasta la última localización del U-3535 cerca de la isla rey Guillermo a una velocidad de 45 nudos que alcanzaba en unas 34 horas tenían que estar divisando el barco alemán.
Como era tradición en la naval rusa el último en subir era el militar de más alto cargo y responsable del navío, así pues, el coronel Vladimir apareció en los aledaños del barco encaminándose hacia la rampa de acceso al Chukotka, una vez en él se desamarro totalmente y con porte militar como no podía ser de otra manera despedía a todo el personal de la base allí congregado, firme y pulcros, como si fueran a jurar bandera.
Poco a poco el barco fue desapareciendo en la distancia entre la niebla de aquel lugar inhóspito camino de su destino.
CONTINUARA…
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